Hay lugares en los que por diversas circunstancias coinciden narraciones de apariciones fantasmales, presencias extraordinarias, encuentros, sucesos,… y que son percibidos por personas con sensibilidades especiales.
En Aokigahara, las caprichosas formas de los árboles, la característica iluminación, los efectos del viento sobre las copas de los árboles,… junto con las tradiciones religiosas, determinadas prácticas sociales y las leyendas populares son fuente de narraciones de fenómenos paranormales, despertando el lado oscuro de la imaginación.
El Bosque de los Suicidios escenario para lo paranormal
Si abandonáramos las veredas marcadas y nos adentráramos en el bosque, cosa poco recomendable, nos encontraríamos con un bosque en estado natural en el que todas las direcciones nos resultarían iguales, por lo que sería fácil perdernos.
El sustrato volcánico sobre el que se desarrolla el bosque es duro y, sobre él, los árboles crecen con raíces superficiales que se extienden de forma caótica. Estas raíces junto con los troncos pueden producir formas caprichosas, como, por ejemplo: una serpiente de ocho colas, un ciervo,…
En Aokigahara, podemos encontrar: una iluminación pobre y fría, grutas oscuras, plantas que no contienen clorofila y son totalmente blancas y que parecen las hadas del bosque,…
La vida silvestre es escasa y esto hace que el bosque sea un lugar muy silencioso y extrañamente tranquilo, donde cualquier ruido es audible con facilidad. Estas características hacen que Aokigahara sea el prototipo de escenario para una película de misterio o de fantasía o, incluso, de terror. Buena prueba de ello se puede apreciar en la colección de fotos realizadas, en el interior del bosque, por Tomasz Lazar.
Los yūrei, fantasmas tradicionales
En la tradición japonesa hay una importante colección de espíritus que penan entre el mundo de los vivos y el de los muertos. El manga y el anime se han inspirado en estos espíritus para desarrollar sus historias.
Los yūrei son los fantasmas japoneses. Son espectros en pena por: algo que les ocurrió en vida, o por ausencia de funeral, o por el suicidio. La forma de su muerte o el motivo que les empuja a volver a la tierra, determina el tipo de yūrei en el que se manifiesta.
Los yūrei son figuras femeninas, pálidas y translúcidas que actúan en la noche y se dedican a asustar a quienes les hicieron daño. Carecen de pies y se desplazan levitando.
Están íntimamente ligados al lugar donde les sobrevino la muerte y sólo lo pueden abandonar una vez reparada la cuenta pendiente.
El bosque de Aokigahara es, según la tradición, uno de los lugares frecuentados por estos fantasmas.
Recapitulemos: Tenemos tradiciones seculares que nos cuentan la “ultravida” de espíritus en pena y que están arraigadas en la cultura popular. Además contamos, como ya comentamos en un post anterior, con una posible localización del inframundo; con un lugar donde se practicó el ubasute y que, en la actualidad, es (tristemente) famoso por los suicidios que se producen en él. Por último, el escenario cuenta con unas características ambientales que despiertan el lado oscuro de la imaginación.Así pues, no es de extrañar que en este caldo de cultivo germinen experiencias, como las apariciones de fantasmas, en personas dotadas de especial sensibilidad que visiten el Bosque de los Suicidios.